jueves, 9 de febrero de 2012

La estatua de "El Negro"


La estatua de Olmedo y Portales que está en Uruguay y Corrientes fue salvajemente atacada; hecho por demás repudiable.
 
Alguien comentó lo sucedido en la red social Facebook y fue mucha la gente que se expresó sobre el tema.
 
Lo llamativo es que para varios de los opinantes, el caso (desde lo criminal o correccional, según correponda) ya está resuelto: fueron "los negros de mierda".
 
También conocidos como: los beneficiarios de los "excesos de la democracia", los protegidos de un gobierno que alienta "la barbarie y la vagancia"; y hay uno de los participantes que hasta se permitió precisar datos filiatorios de los condenados; dijo que eran: "hijos de borrachos y prostitutas", y también se habló del daño a nuestro "patrimonio cultural".
En fin... lo cierto es que (para ciertos presupuestos intelectuales) los culpables de haber dañado la estatua de "El Negro", son los negros. Y entiéndase por "negros (o "cabecitas negras") a la descendencia de lo que Sarmiento calificaba como "bárbaros", "chusma", etc. y que en buen porteño se puede definir como atorrantes. 
O sea que los "atorrantes" se han esmerado en dañar la imagen de quien fue -quizá- el emblema de la "atorrantidad", y que valga el neologismo. Pero esto no termina aquí: la sarta de conceptos racistas, clasistas y gorilas siguió, al parecer sin solución de continuidad. Para esta gente que habla de "educación", "cultura" y "valores" hay personas naturales sospechosas de conductas dañinas, lo que -contrarius sensus- parece significar que hay personas naturalmente "ajenas a toda sospecha".
Digamos, por ejemplo, que si un grupo de rugbiers, todos de buenas familias, golpean a un pibe hasta dejarlo al borde de la muerte, puede ser considerado "una travesura"; si un grupete de la barra de Laferrere o del Doque rompe una vidriera, es muesta de su brutalidad extrema.
Bien, ironías aparte, yo no comparto este modelo de pensamiento y ofrezco aquí una breve argumentación ya que no pude incluir este escrito en ese enlace, seguramente por problemas técnicos. Aquí va:
Los “negros” no esclavizaron a otros seres humanos, no crearon la Inquisición, ni el nazismo. Tampoco fueron “negros” ni Churchill, ni Hitler, ni Mussolini, ni Mac Carthy, ni Stalin. Tampoco lo era el que ordenó lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaky.
 
No era “negro” el General De Gaulle que asesinó por millares a indochinos y argelinos, y ni hablar del blanquísimo (y generalísimo) Francisco Franco que se cargó, entre varias decenas de mil, al morocho (por andaluz, claro está) de García Lorca. Cierto es que éste, además de morocho, era poeta y maricón; cosa que hace culpable a cualquiera de aquello que le imputen las gentes de bien.
 
Bastante morochazos, por judíos de pura cepa, y en algunos casos andrajosos, “malentretenidos” y bebedores, dicen que eran Jesúcristo y sus mejores alumnos. También lo eran nuestro San Martín, Benito Juárez, Mahatma Gandhi, Malcolm X y el Dr. Martin Luther King.
 
A propósito de Jesús y esa concepción valorativa de la blancura de seguro vale citarlo a Nuestro Señor cuando dijo:
 
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”. (Mateo 23: 27, 28)
 
Por estos lares, y pese a la mala fama que les endilgaron los Mitre, los Sarmiento, los Roca (y siguen las firmas), no fueron los “negros” ni los “cabecitas negras” los que perpetraron el genocidio del pueblo paraguayo, ni los crímenes de la Patagonia Rebelde, ni los de la Semana Trágica. Tampoco fueron “negros” ni “cabecitas negras” los que cobardemente bombardearon la Plaza de Mayo desarmada, los que fusilaron (con la bendición de una “Junta Consultiva” compuesta por blancos) a contramano de cualquier principio doctrinal de derecho en Lanús, en la Penitenciaría de la Avenida La Heras, en Campo de Mayo y en los basurales de José León Suárez. Tampoco los que masacraron a los presos de Trelew y poco después se cargaron a nuestros treinta mil; a los que además torturaron, violaron, desaparecieron y hasta se apropiaron de sus niños.
 
No fue un “negro”, ni un “cabecita negra”, ni un subsidiado por el “kirchnerismo” el que se rindió, sin disparar un tiro en las Georgias cuando no le había temblado la mano para balear a una jovencita por la espalda.
Claro que, pese a esta catarata de datos históricos no podríamos concluir en que los blancos son (mejor dicho: somos) todos malos, porque estaríamos cometiendo un error de la misma famila que el que acabamos de criticar. Tampoco podemos asegurar que todos los "negros" son buenos. Si para muestra basta un botón, con Barack Obama (Premio Nobel de La Paz que va por el Guinnes de las guerras libradas al mismo tiempo) y la inefable Condolezza Rice, tenemos dos, y de los cuatro agujeros. 
 
Aún así me pregunto: ¿No será hora de empezar a sospechar de algunos blancos?
 
Es más: ¿No habrá sido algún “blanco de mierda” el que rompió la estatua de “El Negro” Olmedo?  

Fernando Musante

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